Andahuaylas mon amour

Andahuaylas es un pueblo, pero también es un mundo. Un mundo encantador y mágico, de gente amable, paisajes idílicos e historia.

Su nombre proviene del vocablo quechua “antahuaylla”, que significa “pradera de los celajes”, por su cielo de nubes coloreadas por efectos del sol . Su atractiva plaza de armas conserva dos monumentos admirables: la imponente catedral de San Pedro, construida en la época Colonial, y una bella pileta hecha de una sola piedra. A seis calles de este punto, a las faldas del cerro Huayhuaca, un robusto puente, también colonial, cruza las aguas del río Chumbao.
Esta provincia de la región Apurímac, al sur del Perú, enclavada a casi tres mil metros de altura, alberga en sus montañas los vestigios preíncas de la cultura Chanka: el Centro Arqueológico de Sóndor, desde el cual se puede apreciar la hermosa y extensa laguna de Pacucha, orgulloso patrimonio andahuaylino. Y los baños termales de Hualalachi, cerca de Talavera de la Reyna, de legendarias agüitas mágicas.
Andahuaylas es la cuna de Arguedas, el escritor de todas las patrias del Perú, una tierra de eucaliptos y pinos. Y aunque llegar a esta pequeña ciudad es aún complicado, las tantas horas de recorrido por caminos sinuosos se vuelven gratas al admirar su paisaje, pasear por su feria y tomar chicha blanca, comer un maicillo o un enrrolladito de queso, saborear una mermelada de sauco o una leche asada, o al brindar con un té piteado o una copa de hidromiel.
Pero Andahuaylas es también el lugar del "yapeo", del convite familiar y de amistad, de la casa de los abuelos y sus cariños y elegancias, del acogedor abrazo del juez y de su profesorita, y es la tierra, además, de una "linda andahuaylina, por qué te quiero tanto, te adoro tanto".

Andahuaylas mon amour.

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