domingo, 23 de enero de 2011

Diario La Primera

Poesía transparente

Comunicador, poeta y editor, Enrique León pertenece a una generación de escritores que hacen sentir su voz con palabras de una claridad que transparenta su interior.

Enrique León: “En esta casa / Soy un Dios / Y a veces nada”.


La imagen del poeta bohemio, del ocioso, del triste o el que solo está en el parque escribiendo versos es un invento vano; ello resalta Enrique León, joven vate que dedica parte de su vida al trabajo en una oficina gubernamental y la parte más esencial, en familia, con amigos o escribiendo poemas que serán libros, con el tiempo.

Uno de ellos es “Parte uno parte dos aparte sin parte”, que encierra en cuatro ‘partes’ y 30 poemas la vida de una persona. En palabras de León, “podríamos decir que la primera parte es un rostro femenino que el yo poético percibe y quiere alcanzar y conquistar, pero esa ‘conquista’ le regala dolor y angustia. Y sometimiento. La segunda parte podría tener un rostro masculino, que es también parte de la búsqueda de ese ser, de ese yo poético”. Ambas, respectivamente, son las exploraciones hacia el exterior y hacia el interior de uno mismo.

La tercera parte, ‘aparte’, está dedicada al padre y la madre, sacros personajes en la biografía común de todo ser humano. Y ‘sin parte’ trata de todo lo demás, todo aquello que resulta luego de esa exploración exterior e interior; de lo incompleto que uno puede sentirse cuando se satisfacen las necesidades básicas, pero no las otras, cuando la vida se convierte en ese ‘un mundo feliz’ donde todo está arreglado y nada pasa, esa existencia sin emociones cumbres que la soporten y le den sentido a aquello que llamamos vida. Es justamente aquí donde se puede leer “mi casa es oscura / y por las noches se dibujan en sus paredes rostros extraños / que miran que ladran que muerden / y que viven saboreando mi casa oscura”. En este poema, la casa-cuerpo está insatisfecha incluso después de tantas satisfacciones.

“Todos somos casas. El yo poético dice ‘tengo todo, pero sigo ensombrecido’. Es como un eco que retumba en las paredes”, ruge León.

Pero este poemario no solo es interesante por los textos, que, sin signos de puntuación ni mayúsculas, se respiran bien a simple mirada. También tiene un valor en este mercado editorial en el que gran parte de libros están hechos por cumplir el simple rito de publicar o la necesidad de cobrarle a alguien por hacerlo.

Justamente por ello, el autor y otros poetas amigos fundaron Estanoesunaputaeditorial hace ya algunos años, con la que editaron este libro, entre otros. La calidad de edición va de la mano con la calidad de los textos. Un juego de fabricación y detalles exquisitos que sirven de soporte a ese juego de construcciones textuales.

“Cuando lees un poema en voz alta y lo lees para ti mismo y lo escuchas, lo vas conociendo y lo vas moldeando, de una manera particular y solitaria; el poema te va dictando la posición de los versos”. En este juego de palabras, Enrique León ha salido ganando.

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