Dicen que sólo quiero tener carro para chocarme y así contar más historias en este blog. Nada más cierto. Tengo un nuevo coche hace un mes y ya me choqué dos veces. Ambos de manera ridícula.
El primero de ellos ocurrió el mismo día en que me lo entregaron. Iba con Soledad y alguien más en dirección a la sede del APEC en San Borja, lento por una calle que desembocaba a la avenida Javier Prado, cuando el taxista que iba delante mío frenó de improviso y ¡pum! Choque número ya ni me acuerdo.
Dicen que quien embiste por detrás es siempre el culpable. Y yo le di por detrás a ese desgraciado. Le rompí su lucecita lateral que dijo era de Toyota original. Mi carro se raspó un poco. "Puta madre, recién lo he sacado del taller hace tres días", me dijo, luego de salirnos de la avenida para estacionarnos en una calle menos transitada para analizar los daños. "¿Y tú sabes desde cuándo tengo el mío?", le dije. Al oír mi respuesta se cagó de risa y yo con él. Luego conversamos sobre el modelo de mi auto y sobre el tipo de gas que usaba el suyo. Al final transamos: "Ya, te doy 20 soles", "¡¿Quéee?!", "Bueno, 30", "No pues brother, esto me va a costar mínimo 100 soles", "¡¿Quéee?!, "Ok., dame 70", "No, te doy 50", "Dámelos".
Con los 50 soles en su bolsillo y luego de un apretón de manos, se fue. Yo aún me quedé unos minutos en el auto hablando con Soledad sobre el segundo choque juntos y agradeciéndoles a ella y a la otra pasajera los 40 soles que me prestaron.
El segundo no sé si merezca realmente el calificativo de choque porque fue más ridículo aún que el primero. Y más corto.
2 a.m. Frontis de mi casa. Estacionamiento en paralelo. Cansancio. Giro todo a la derecha. Después todo a la izquiera. Mal cálculo. ¡Pum! Raspada en la punta izquierda del coche delantero. Luego de estacionarme bajé y miré hacia todos lados para cerciorarme de que estaba solo. Recogí con cuidado los pedacitos del parachoque del carro del vecino y del mío. Miré nuevamente hacia todos lados. Todo era silencio. Me fijé bien que no quede ni una sola huella incriminatoria. Entré a mi casa. Eché los pequeños escombros al tacho de basura. Me lavé las manos y los dientes y entré a mi habitación. A dormir. Hasta mañana. Aquí no pasó nada.
Choques ridículos para un conductor de vida ridícula; pero ya vendrán mejores, sin duda. Paciencia.
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9 comentarios:
Estimado Kikin, he manejado tu nuevo y flamante VW una sola vez y te digo que no me volvería a poner detrás de ese volante si los frenos siguen tan largos. Dices que asi te gustan pero yo creo que ese es el gran motivo de tus frecuentes choques. Bueno, aparte eres caña monse. Un beso en el cachete.
lo que a ti te gusta más bien es el choque y fuga....
mi querido Kike, recuerdo esa noche a la salida del juanito cuando me decías que la pista se te acercaba solita hasta el parabrisas, después de esos puchos, carajo, yo también sentía como se acercaba solita la pista hasta el parabrisas.
No entendí ¿no no? mientras los choques sean redículos, bacán, no te subestimes con eso de vida ridícula, usted?, por favor poeta, hablamos.
Un abrazo
"redículo" se pega el mote.
subir a tu carro no debo
eres, sin duda, un peligro con credenciales.
A.
Osea ¿que tienes un VW ahora?...wow...tú que sí sabes hacerla.Y leugo dices que llevas una vida ridícula...Te pasas. Me ofendes kk.
La era VW? Sí pues Vien Wolcados quedan los carros contigo.
Yonathan
deja de chocar y entiende de una vez que aqui nadie maneja como debe, que debes estar siempre a la defensiva ¿ya?
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