Si no fuera por los, creo, buenos reflejos que la naturaleza me ha donado y por la gracia bendita de diosito lindo y misericordioso, en las dos últimas semanas tendría ya 3 muertos en mi curriculum vitae de conductor.
El primero hubiera sido un joven de unos 25 años que cruzó la pista a media calle sin siquiera mirar a la derecha y a la izquierda, como nos enseñaron de chiquitos. Y caminaba como si estuviera en un parque. Y por su culpa por su culpa por su gran culpa, tuve que frenar y girar bruscamente e invadir el carril derecho. Por un pelo choco con otro coche que venía raudo. Y todo por no matarlo.
La segunda fue una anciana de tal vez unos 70 años a quien se le perdona su extrema paciencia y suprema lentitud para atravesar una avenida céntrica en un lugar inadecuado en hora punta. Se le perdona, sí, se le perdona, me repito.
El tercero fue un señor de unos 45 años que creo sí se murió. O más bien se suicidó, pero del susto. El tipo cruzó de improviso una calle de doble sentido y alto tránsito hacia su vehículo aparcado al otro lado. Lo hizo y quedó estampado a él. Inmóvil. Tras la tremenda frenada y del grito de mi acompañante, pude ver su cara de terror. De miedo absoluto. De pavor descomunal. De pánico, espanto, horror. Y ese fue su castigo por imprudente. Por zonzo.
Hay conductores zonzos y malditos; pero también hay peatones zonzos y descuidados. Si tanto transeúntes como conductores respetásemos las señales y reglas de tránsito, tal vez el Perú no tendría el índice más alto de muertes en accidentes de tránsito de la región: 30 fallecimientos por cada 10.000 vehículos. ¿No?
Ilustración: Charli cartoons
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3 comentarios:
mmmm...mmmmm...empiezas asustando otra vez el año...;O)
jijjii
que sonso!!(que risa!!!) mejor desiste enrique, vende tambien este carro.
Debería haber también papeleta para los peatones imprudentes ¡Idiotas!
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