jueves, 12 de marzo de 2009

Blanca Varela

La conocí una tarde de primavera de 1997 en Barranco, en la entonces renovada Casa de Poesía Eguren, de la calle Cora 364, en donde asistía a un taller de poesía con Rosella Di Paolo. Recuerdo que me senté en primera fila para escucharla y que al final me tomé una fotografía a su lado. Ella sale sonriendo.
Quien dirigía en ese entonces la Casa de Poesía era Luis La Hoz, poeta de grave y singular voz que presentó emocionado a Varela. Era la primera vez que se hacía un recital en la recién recuperada casa de Eguren. Recuerdo también a Rosella y a su dulce voz y a su mirada que embrujaba y que esa noche era sólo para Blanca.
Llegué a la poesía de Varela gracias a Lidia Kishimoto, fina poeta limeña que la conoció un poquito más de cerca. Fue ella quien me prestó "Canto villano" y con la que cierto día erigimos un cadáver exquisito, sentados en las bancas de la facultad, con la poeta mayor como iniciadora con un primer verso al azar.
Luego de aquel recital en Barranco, nunca la volví a ver, pero siempre volví a ella, a su poesía. Lo que sabía por amigos y por los diarios era que en los últimos años ya no quería salir de casa. Ni hablar. Su voz empezó a quebrarse el día en que su segundo hijo, protagonista del enorme poema "Casa de Cuervos", falleció en un accidente aéreo en 1995. Ahora Blanca está junto a Lorenzo.

CASA DE CUERVOS
porque te alimenté con esta realidad
mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
laberinto hijo mío

no es tuya la culpa
ni mía
pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel
y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces
la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen
sombras y tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón estrecho
de arcángel
apenas pasado en la entreabierta ventana
y nuestra
para siempre
la música extranjera
de los cielos batientes
ahora leoncillo
encarnación de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
casi saciado y libre
con tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie

aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme -nada infinita-
sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
que ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende
y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños
hasta ese torpe gris
que es despertar
en la gran palma de Dios
calva vacía sin extremos
y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas
y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volver

7 comentarios:

Pedro Aros Castro dijo...

Un recuerdo a Blanca que mejor hacerlo con poesía, ese silencio hecho escritura, para saciar esa necesidad interior.

saludos

Ani B. dijo...

Blanca Varela, extraordinaria. Poesía orgánica, visceral. Estoy atravesada por sus letras y esta pérdida solo nos deja la necesidad de seguir escribiendo.

Anónimo dijo...

Se fue Blanca. Anoche Rosa María Palacios leyó este poema:

CURRICULUM VITAE

digamos que ganaste la carrera
y que el premio
era otra carrera
que no bebiste el vino de la victoria
sino tu propia sal
que jamás escuchaste vítores
sino ladridos de perros
y que tu sombra
tu propia sombra
fue tu única
y desleal competidora.

Anónimo dijo...

Querido Enrique:
Hoy es mi dìa libre y estaba releyendo algunos e.mail y eliminando otros. Hace apenas instantes releìa uno que te habìa escrito, ya no recuerdo la fecha, donde te mencionaba que habìa tenido entre mis manos aquel librito que me regalaste de Blanca Varela. Luego abrì otro mail tuyo donde me envías la direcciòn de tu blog y entré. ¿Existen las casualidades? No lo creo. Aquì leo que ha muerto la poeta y veo su foto: esplèndida mujer como esplèndidas han sido sus palabras hechas versos. Una pena.
Te mando un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

...ay Kike
Cuanto dolor.

Anónimo dijo...

gggggghhh

Anónimo dijo...

dolor es el no recordar y mas es el nunca haber experimentado