viernes, 16 de abril de 2010

Hubo un tiempo que fue hermoso

Antes era posible apreciar los jardines, ventanas y puertas de las viviendas al caminar por las calles. Y ver que cada cual tenía su propia personalidad, estilo y vista. Ahora, en cambio, las fachadas son solo muros de ladrillo y cemento o rejas de puntas intimidantes.
Decidimos encerrar nuestras casas entre rejas y muros cuando comenzamos a sentir miedo de lo que sucedía fuera de ellas. Cuando las vías de la ciudad se convirtieron en aquel lugar peligroso en el que ya no confiábamos y del que debíamos protegernos. Fue en ese momento cuando resolvimos que la libertad y la paz no estarían más en las calles, sino entre paredes y hierro filudo: no protegidas, sino arrinconadas. Fue entonces cuando nuestras casas se convirtieron en cárceles familiares resguardadas por cámaras, perros, alambres de púas, pedazos de vidrio, cercos eléctricos, guachimanes... Fue cuando supimos que el hombre tenía que defenderse del hombre y que el miedo mataría la libertad. Porque no está más seguro quien más se protegue, sino quien más cree y confía.
Algún día debemos contar que hubo un tiempo en que nuestras casas no eran jaulas ni fortines y que en las calles podíamos decir, sin escamas, "...y fui libre de verdad".

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Es verdad, añoraremos esos dias. Donde yo vivo japon,es una rara avis,en estos tiempos. Aun la violencia no ha llegado (pr supuesto por la situacion economica que tiene el pais y la educacion social), aqui las puertas no tienen rejas, el cartero si encuentra la puerta abierta te deja las cartas sobre la mesa. Si estas ocupado y llamas a un electricista le avisas que le dejas el apartamento abierto, porque no estaras. El viene hace su servicio, deja limpio y se va... y no te roba!
Pero no perdamos la esperanza, porque si un dia fue, en nuestros paises como dijimos, puede volver a hacerse. Es tomar conciencia y responsabilidad social Activa. Exigir a los candidatos, y manifestar abiertamente cuando no cumplen. Castigo con el voto. Si aqui en japon la situacion cambiara para mal, sin duda la gente (apartentemente tan tranquila), se va "alzar", sin duda. Es cierto que los politicos no cumplen cuando llegan arriba, pero en definitiva si no hacen lo que el pueblo pide ellos saben que no podran con el. Precisamos de valores humanos en este "nuevo sistema" que estamos viviendo.

Anónimo dijo...

Durante mucho tiempo, no habían rejas frente a mi casa. Me gustaba que corriera el aire, que entrara la gente, me gustaba no saber lo que iba a pasar. Pero me tomaron todo, hasta pedazos de mis alas, de mi alma y de mi corazón. ¡Me dolio tanto! Y me asusté. Y de ahí cerré las puertas e instalé rejas. La vida era más tranquila, cotidianamente. No tan emocionante como antes, pero bonita.

Un día tocó el timbre un pes volador, y, a través de la reja, empezamos a hablar, a reirnos de la vida, a compartir, a cantar y a bailar. Volvía, cada día. Empecé a sentir que nada podía detenerme... Pensé que podía volar también, abrir la puerta de nuevo, dejar que entrara el aire y junto con ello, el pes volador y el sol.

Pero no pude. Recordé de mis caídas pasadas, del dolor sentido, al impactar el suelo frío a toda velocidad. Ganó el temor y no volé. Se fue el pes volador. Pensé que era mejor así, por el momento, y seguí juntando margaritas y pintando las paredes.

A veces me pregunto ¿qué hubiera pasado?... Pero no me sirve mucho. Lo que sí me sirve es pensar que sentirse libre es maravilloso. Te da alas, hasta para escaparte, entre las rejas y los vidrios rotos... Hermosa libertad.

PDM

Enrique L. dijo...

¡Qué buenos comentarios anónimos!

Anónimo dijo...

Lindos comentarios, me gusta el pez volador. Yo recuerdo mucho la puerta de mi casa cuando era niña. Era de fierro y tenía rejas, peor siempre estaba abierta, me gusta el material porque podía treparme y sentime muy alta, sentía que dominaba el mundo. Ahora esas rejas se multiplicaron, porque así es mas seguro me dicen, así nadie puede meterse entre ellas, supongo que será por mi bien : )

Enrique L. dijo...

Y ahora enrejan hasta parques y jardines y hasta algunas playas. En vez de integrarnos a través de la naturaleza, nos dividimos dividiéndola.

Anónimo dijo...

Así es. Y los jardines secretos.

pdm