martes, 8 de julio de 2008

Mi carro: el choque final

Y digo final no porque mi carro se haya destrozado o me haya muerto, sino porque después de este choque no habrá otro más: su reparación ya es un hecho y su venta casi inmediata.
Fue muy fuerte, la verdad. Más que los tantos otros anteriores. Pero, repito, no me he muerto ni quedé gravemente herido. Quedé un poco impresionado, sí, y aún, pero con mis diez dedos enteritos y expeditos para el cuento de hoy.
Mi amigo Piero dice que una o dos veces pueden ser casualidad, pero tres o cuatro, ya no. ¿A qué me refiero? Que en este choque también estuvo presente, aunque unos minutos antes, Erika. No digo que mi amiga sea una especie de ave de mal agüero o amuleto de bruja, pero es la realidad: Erika ha estado presente prácticamente en cuatro choques de mi carro salado que necesita agua bendita, como dice Humberto.
¿Que cómo fue? Pues iba por una avenida de doble sentido luego de dejar a Paola y Erika en sus casas, en Pueblo Libre, y a Mariela en una esquina segura para que tome su taxi. Iba rumbo a mi casa, solo, a unos tres minutos de allí. Al llegar a una intersección con una calle de un solo sentido, yo seguí mi camino confiado en que los conductores que cruzaban la avenida por la que yo iba respetarían la palabra PARE. Pero no fue así. Un carro siguió de largo sin siquiera sobreparar por la giba colocada por precaución, y me impactó en la parte izquierda, por mi lado, de lleno, dándome una vuelta completa y arrojándome sobre un jardín cercano.
El sonido fue tremendo. Tanto que Mar, la hija de Erika, lo escuchó desde la sala de su departamento a 50 metros del lugar. Tanto que fue eso lo que más me asustó y bloqueó e impidió que salga de inmediato. Tanto que solo miraba al vacío con el carro aún encendido. Hasta que empezaron a aparecer muchas personas a mi alrededor: vecinos, transeúntes, policías municipales y nacionales y varios chismosos. ¿Se encuentra bien? ¿Está bien?, decían. Y me miraban. Y me seguían mirando. Cuando me moví un poco para sacar el celular de mi bolsillo, escuché a un viejito que decía: Ah, está bien… hasta va a hablar por teléfono… Luego llegaron Mariela, Erika y Rafael y pude sentir que la compañía es el mejor obsequio en un momento así.
Esta vez no fue una hermosa mujer con un carro de lujo quien me chocó, sino un señor de 64 años que alquilaba un taxi amarillo Toyota Station Wagon para trabajar y poder mantener a su familia. No contaré detalles acerca de mi chocador jubilado ni del modo en que arreglamos las cosas porque creo que no estaría bien. Sólo diré que al día siguiente, al volver a verlo, me dijo: Usted ha ganado un amigo.
Enrique, entiende de una vez por todas, estás conduciendo en Lima, maneja a la defensiva, me ha repetido Omar en los últimos días y cada vez que ve mi carro. Enrique, pareciera como si fueras tú quien quiere que lo choquen, inconscientemente, pero creo que eres tú, me ha dicho Aida. Y yo no sé qué decirles porque creo que tienen razón: soy yo pues, sí, aunque son otros los que me chocan, al parecer soy yo. Por eso creo que debo terminar de leer The secret y desear firmemente no volver a contar ni escribir sobre un choque nunca más... aunque me divierta tanto haciéndolo.

13 comentarios:

Unknown dijo...

Ya leí Kikin, no me alegro por el choque, pero siiii de que hayas ganado un amigo viejito, son muy sabios, y eso del Secreto, es muy cierto sabes? Yo lo practico y me da buenos resultados, creo mucho en eso, porque sí funciona, al final todo es poder mental. Eso es muy poderoso, no sabes cuanto…hay q entregarse no mas, bla bla bla. Te mando besitos, Pao.

Anónimo dijo...

esta vez el león se hizo esperar una semana, aunque se ve que los choques no le esperan nadita

Anónimo dijo...

para
kike
con estima
raggs

Anónimo dijo...

...En psicoanálisis dicen los "expertos" que nada es casual, pero yo creo que en tu caso es placer...¿alguna vez viste una pela que creo se titulaba "crash"?. El ser humano a veces tiene mil maneras de buscar placer y la hiperabundancia de adrenalina que nos genera el enfrentamiento con la muerte, o su sólo posibilidad, nos puede permitir experimentar una euforia inusual, un éxtasis tal vez comparable sólo con un orgasmo múltiple...De todos modos, siempre sera una decision tuya, chocarte o no. Recuerda que tienes amigos que te queremos vivo...

Anónimo dijo...

...Ah, se me olvidó comentarte que extrañé tus notas esta semana. Sin advertirlo, te has convertido en un protagonista importante de mi día a día...

Anónimo dijo...

Sí pes eres un chocopresto, ahora no solo no te conformas con chocar a inofensivas féminas, sino que ahora le vas quitando su pensión a un jubilado, eres un descarriado, vende ya tu carro poseído y deja de diseminar el mal. Truhán!
Yonathan.

Anónimo dijo...

Los accidentes no existen solo es solo tu destino

Anónimo dijo...

naaaa, nadie puede tener un destino tan chocoso. ( a menos que seas carrito de feria) lo de los choques de enrique es algo mas significativo y original que "el destino".

A nonimo

Anónimo dijo...

Peste, para chocando hasta consigo mismo.
Ayayyayyy
R.

Harold S. Alva Viale dijo...

nunca más subo a tu coche.
un abrazo compañero León.

o dijo...

mas cuidado ;)

Fr@nk M!Ch@ell dijo...

A mi con mi carro me ha pasado de todo y por terco. Me lo han chocado por prestarle a un amigo, al final todo pague yo, choque levemente con un mototaxi, sino le esquivaba nos dabamos de alma, y lo ultimo que me robaron, pero a los 5 dias lo recupere. Cuando el carro esta salado, esta salado y busca otro dueño, yo tambien estoy pensando en venderlo.

Anónimo dijo...

Te doy 500 luquitas por tu "carrito chocon".