domingo, 28 de diciembre de 2008

último post del 2008


¿Cuáles son los placeres de la vida?

A ver esas respuestas. (Como siempre, no habrá censura.)

sábado, 20 de diciembre de 2008

Una bolsa para Donayre

Si yo fuera un soldado peruano obediente tendría que matar a mi cuñada Cecilia, ponerla en un cajón o en una bolsa plástica, y luego enviarla de regreso a su país: Chile. Porque las órdenes o consignas de un general se cumplen sin dudas ni murmuraciones, ¿no? ¡Atención! ¡A la izquierdaaaa... Izquierda!
El general Edwin Donayre, que lamentablemente nació peruano, debe ser uno de esos personajes que ni siquiera García Márquez, en todo su realismo mágico, podría entender. Su sicología es tan tonta que muchos nos preguntamos cómo pudo llegar a ser general y comandante general del ejército. Cómo habrá hecho. Qué habrá hecho. Pero gracias a dios ya no lo es y, lo mejor de todo, ya se ha jubilado. Bendito seas por siempre señor.
Y benditos sean también quienes no han tenido el placer de escuchar algunas de sus tantas y jocosas y sosas declaraciones: de veinte palabras, diecinueve eran estupideces. Lo peor de todo era que no podíamos decir que era su problema, que cada quien dice las idioteces que le da la gana, porque las sandeces que salían de su boquita de caramelo las decía siendo el máximo jefe militar peruano, frente a cámaras, en sus discursos, en sus entrevistas.
Pero sólo su consigna última, aquel video casero en el que se pronunciaba acerca de nuestros vecinos del sur, le dio los quince minutos de infame fama internacional que tanto ansiaba: "Chileno que entra [al Perú] ya no sale, o sale en cajón... Y si no hay los suficientes cajones, saldrá en bolsa plástica", dijo.
Estas palabras no hicieron más que pintarlo de cuerpo entero: un tipo dueño de una mente escasa y retrógrada que usa uniforme para tapar su amplia imbecilidad. ¿Es posible que en pleno siglo veintiuno alguien viva pensando en un hecho del diecinueve que enfrentó a dos países de manera terrible? ¿Es válido que justos paguen por pecadores?
Chile es un país tan hermoso, querido, y tan digno como el Perú. Por eso es que ningún chileno ni mucho menos ningún peruano debe darle crédito alguno a la declaración de Donayre. De un payaso sólo nos queda reírnos. Como dicen en México, a Donayre segurito le dio el aire y se puso loco. O a lo mejor le faltó, como dicen en Argentina, y creció lunático. En fin...
Y no hablo de todos militares peruanos, sino de uno en particular que creo no los representaba dignamente. Esa cosa llamada espíritu de cuerpo fue inventada por los corruptos para que los demás tapen su corrupción. Este general quedó atrapado en su propio laberinto y ahí quedó. Y mejor si se queda ahí por un largo tiempo. Pero si sale, ojalá que alguien le alcance una bolsa para que de ahora en adelante vomite sus tonterías dentro.

martes, 16 de diciembre de 2008

Mi carro - La era VW

Dicen que sólo quiero tener carro para chocarme y así contar más historias en este blog. Nada más cierto. Tengo un nuevo coche hace un mes y ya me choqué dos veces. Ambos de manera ridícula.
El primero de ellos ocurrió el mismo día en que me lo entregaron. Iba con Soledad y alguien más en dirección a la sede del APEC en San Borja, lento por una calle que desembocaba a la avenida Javier Prado, cuando el taxista que iba delante mío frenó de improviso y ¡pum! Choque número ya ni me acuerdo.
Dicen que quien embiste por detrás es siempre el culpable. Y yo le di por detrás a ese desgraciado. Le rompí su lucecita lateral que dijo era de Toyota original. Mi carro se raspó un poco. "Puta madre, recién lo he sacado del taller hace tres días", me dijo, luego de salirnos de la avenida para estacionarnos en una calle menos transitada para analizar los daños. "¿Y tú sabes desde cuándo tengo el mío?", le dije. Al oír mi respuesta se cagó de risa y yo con él. Luego conversamos sobre el modelo de mi auto y sobre el tipo de gas que usaba el suyo. Al final transamos: "Ya, te doy 20 soles", "¡¿Quéee?!", "Bueno, 30", "No pues brother, esto me va a costar mínimo 100 soles", "¡¿Quéee?!, "Ok., dame 70", "No, te doy 50", "Dámelos".
Con los 50 soles en su bolsillo y luego de un apretón de manos, se fue. Yo aún me quedé unos minutos en el auto hablando con Soledad sobre el segundo choque juntos y agradeciéndoles a ella y a la otra pasajera los 40 soles que me prestaron.
El segundo no sé si merezca realmente el calificativo de choque porque fue más ridículo aún que el primero. Y más corto.
2 a.m. Frontis de mi casa. Estacionamiento en paralelo. Cansancio. Giro todo a la derecha. Después todo a la izquiera. Mal cálculo. ¡Pum! Raspada en la punta izquierda del coche delantero. Luego de estacionarme bajé y miré hacia todos lados para cerciorarme de que estaba solo. Recogí con cuidado los pedacitos del parachoque del carro del vecino y del mío. Miré nuevamente hacia todos lados. Todo era silencio. Me fijé bien que no quede ni una sola huella incriminatoria. Entré a mi casa. Eché los pequeños escombros al tacho de basura. Me lavé las manos y los dientes y entré a mi habitación. A dormir. Hasta mañana. Aquí no pasó nada.
Choques ridículos para un conductor de vida ridícula; pero ya vendrán mejores, sin duda. Paciencia.

martes, 9 de diciembre de 2008

¿Barcelona o Madrid?

Esta pregunta te la formulan muchos madrileños y muchos barceloneses cuando te encuentras en sus respectivas ciudades y manifiestas que conoces algo de ambas.
Mi respuesta, hoy lo confieso, dependía siempre de en cuál de las dos metrópolis me encontraba en ese momento y el lugar de nacimiento del preguntador, nunca a un gusto o preferencia verdaderos. Es decir, si estaba en Barcelona y el fulano era un barcelones, mi respuesta era Barcelona; pero si estaba en Madrid, al lado de un madrileño, pues entonces era Madrid.
En otros casos, como cuando el interrogador era un barcelones que estaba en Madrid y que deseaba escuchar que su ciudad era la más guapa, cual sediento lobo a la espera de su presa, pues me acercaba a su oído y le decía: "Barcelona, sin duda". Y viceversa: "Madrid, sin duda".
No sé de dónde les viene ese gusto por preguntar acerca de qué ciudad es la preferida. Tal vez sea por el fútbol (¿Barça o Real Madrid?) o por una cuestión lingüística (¿castellano o catalán?) o por una política (¿centralismo o independentismo?) o por una geográfica (¿playa o montaña?). No sé, pero pretender que alguien elija entre belleza y belleza, es un poco complicado.
Mis respuestas, en realidad, no se alejaban de la verdad. Ambas ciudades son preciosas. Ambas tienen un encanto único y sus propias maravillas. En ambas hay gente guay y se come como los dioses. Ambas son amigables, ordenadas y guapas. En ambas hay gente culta, borracha, pesada, increible, fastidiosa e inolvidable. ¿Entonces por qué debería quedarme con una solamente? A mí me fascinaban las dos y así lo declaraba. Aunque la cuestión también dependía un poco de quién era la persona que preguntaba: si era un tonto, de los que abundan en todas partes, pues le daba la contraria y se armaba un jaleo de padre y señor mío; pero si era un tipo como mi amigo gallego, pues entonces mi equipo de fútbol español favorito era siempre "El Celta de Vigo". Y él contento y yo contento porque él se ponía contento.
Esto podría demostrar lo fácil que sería hacer feliz a una persona por un instante. Al parecer el ser humano es complejo por la facilidad con la que puede entristecer o ser feliz. A veces solamente necesitamos escuchar una palabra o una frase que nos haga sonreír y el mundo cambia. El mundo es feliz si uno es feliz y comparte su felicidad. Por eso, y hasta hoy, contestaba Madrid o Barcelona. ¿Qué importan las ciudades o las banderas o los idiomas? Lo que importa, verdaderamente, es que quien viva en una u otra se sienta feliz de hacerlo.
Pero en el fútbol, sea en el lugar que sea, prefiero que no me pregunten sobre mi preferencia, porque allí sí que mi apellido cambia a Contreras: ¿Barça o Real Madrid? ¡Celta de Vigo!; ¿Boca o River? ¡San Lorenzo!; ¿Universitario o Alianza Lima? ¡San Martín! Y así, etcétera, etcétera, porque mi equipo favorito siempre será el menos favorito.

martes, 2 de diciembre de 2008

querida señora A:

hace muchos meses que no sé de usted, aunque sé que usted sabe de mí por este blog que, en realidad, no creo que sea buena referencia: este espacio es de mentira: tan corto como el amor de neruda y tan tonto como leer un libro de autoayuda.
por eso hoy quiero contarle lo que creo usted debe saber.
en su ausencia, y como siempre, he tenido algunos amores. de los buenos y de los malos, como debe ser. de alegría y de llanto, como debe ser. pero siempre, y esto usted bien lo sabe, con mucha ilusión, que es una especie de enfermedad en mí.
pero hoy no le hablaré de mis amores, sino de cosas distintas. como que tengo un nuevo carro que me encanta y que sin duda me servirá para construir próximas historias de crash. y también que una vez más estoy sin trabajo, estado al cual ya casi estoy acostumbrado. lo raro de esta vez ha sido que coincidieron el fin de un trabajo con el fin de un amor. yo hubiera preferido quedarme sin trabajo solamente, pero usted sabe que la felicidad con f mayúscula no existe. y aún la pena hace que me cueste un poco celebrar lo vivido. paciencia.
quiero contarle también que aún tengo la ilusión de tener una hija. debo estar en esa etapa, aunque ya larga para mi edad, en la que las mujeres sienten la necesidad corporal y mental de tener un bebé. o soy un poco más femenino de lo normal o en realidad esta cuestión no es exclusiva del mal llamado sexo débil.
señora A, la extraño como siempre y como siempre me resulta extraño sentir lo que siento. la/mi vida es tan extraña... la distancia entre nosotros es tan infinita que quisiera ser un alma para incendiarme en una vela azul y viajar con el viento. pero es tan difícil ser lo que uno quiere...
pero lo que sí quisiera hacer ahora, y una vez más, es salir de esta ciudad a la que quiero tanto, aunque no me una a ella el amor sino el espanto, como a borges. quiero descubrir nuevas miradas e ir a lugares de más allá. tan bellos, tan duros y lejanos y vivir, sólo vivir.
señora A, debo decirle también que en esta etapa de mi vida me he visto invadido por algo de lo que siempre he tratado de huir: la frivolidad. o lo que parece serlo en mi vida. juzgue usted: he ido a tantos tontos espectáculos, he comido en lugares caros, me he comprado la ropa y los zapatos que se me antojaron, he bebido y celebrado en exceso que todo, todo lo que he dado a los demás, se vuelve insignificante. tal y como me siento cuando pienso en dios.
lo que sí me parece que a usted no le gustará mucho, hablando de una cuestión física, es que he perdido unos kilos de peso ¿será el amor? ¿será el trabajo? ¿será el amor al trabajo o el trabajo del amor?
señora A, a pesar de todo me siento contento: contar con los amigos debe ser unas de las felicidades más felices de la vida. ellos, a los que usted también aprecia, siguen conmigo, a mi lado. me siento tan orgulloso y agradecido...
hasta pronto, señora A. por favor, no tarde más.

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