miércoles, 23 de junio de 2010

jueves, 17 de junio de 2010

Lesson 2: Statue of Liberty

Es uno de los monumentos más famosos del mundo y no es tan grande como parece ni tan impresionante como lo trasmiten. Francesa de nacimiento pero estadounidense de regalo, la Libertad en EEUU es una señora que vive sola, extraditada en la isla de La Libertad, al sur de la isla de Manhattan.
Para llegar a ella hay que tomar un ferry (o transbordador) que une New York con New Jersey, al que se ingresa como si uno fuera a subir a un avión: con todas las jodidas medidas de seguridad. Los nuevayorquinos siguen sicoseados.

Luego de navegar por unos 15 minutos sobre el río Hudson, puede divisarse la estatua. Chiquita. Y tras media hora, igual, chiquita. Lo que pasa es que tiene una base de casi 50 m, una especie de pedestal de santito, pero en sí mide, de la corona a los pies, 34 m. Con el brazo alzando la antorcha, 93 m.
Ya en tierra firme, con modorra por el paseo, es preferible quedarse a dormitar en el ferry, calientito, mientras los demás pasajeros bajan para ir al museo de no se qué, entrar en la dama, subir sobre ella, tomarse fotos y comprar souvenirs made in China. Algún folleto dejado por ahí te dará datos interesantes: tamaño de la mano de la estatua: 5 m; de su dedo índice: 2,4 m; de su ñata: 1,3 m; de su brazo derecho: 12,8 m; de su ojo: 0,76 m; y de su boca: 0,91 m.
Dicen que desde su inauguración en 1886 fue la primera visión que tenían los inmigrantes europeos al llegar a los Estados Unidos, tras atravesar el Atlántico. Para mí era la última visión que tenía luego de abandonar la pequeña isla de La Libertad.
De regreso, otra vez sobre el agua y mirándola a lo lejos, pienso en lo chata que es la libertad en los Estados Unidos. ¿Será que los gringos roban libertades ajenas para alimentar su pequeña Libertad?
Al final de todo, para decir “yo estuve allí”, una foto de la Libertad, pero de espalda.


martes, 15 de junio de 2010

SomoS

Por Enrique Sánchez Hernani
Revista Somos, diario El Comercio
Perú, 12/06/2010

lunes, 7 de junio de 2010

Tríos

Me gustan los tríos, siempre me gustaron y me gustarán. Y decirlo no me avergüenza porque ya tengo edad para disfrutarlos en todo su esplendor. Hacer esas piezas de a tres debe ser más que fantástico. Oh, los tríos…
Los Panchos son para mí los mejores en bolero. Y los Embajadores Criollos en música criolla. Pero, bueno, el texto que os invito a leer no es sobre tríos musicales, sino sobre los sexuales. Artículo aparecido en la revista lapsus collage editorial, muestra una selección de los mejores filmes de tríos de directores como Bertolucci, Truffaut, Bigas Luna, Alfonso Cuarón, Joshua Logan y Woddy Allen.
Disfrutadlo y guardar celosamente el secreto.

v i d e o m u e s t r a
Tríos de Película
por Giancarlo Huapaya Cárdenas

¿A quién no se le ha ocurrido alguna vez pasársela bien con más de una persona? Tener más piel, más fluidos, más posturas, más caricias y más energía a su disposición. Sea la combinación que sea, la fusión de potencias desencadenará sensaciones más intensas y distintas a la que se tiene en una relación convencional. Es por eso que a un ménage à trois hay que ir abierto a recibir más de lo que se espera, pues se dejarán huellas más profundas o elevadas en las pieles y en las mentes.

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jueves, 3 de junio de 2010

Poquita fe


Yo sé que siempre dudas de mi amor / Y no te culpo / Y sé que no has logrado hacer de mi querer / Lo que tu amor soñó
Yo sé que fue muy grande la ilusión / Que tú te forjaste / Para luego encontrar desconfianza y frialdad / En mi querer
Comprende que mi amor burlado fue / Ya tantas veces / Que se ha quedado al fin mi pobre corazón / Con tan poquita fe
Tú tienes que ayudarme a conseguir / La fe que con engaños yo perdí / Me tienes que ayudar de nuevo a amar / Y a perdonar