sábado, 29 de agosto de 2009

Ok.

Ok., Ok., sí, sí, ya, ok, sí... Yo, esteee... maté al gato...

martes, 25 de agosto de 2009

La vaca TV

A partir de octubre Lima se verá invadida por una manada de vacas. Muuuuuu…

Así es. Llegó a la ciudad de los gallinazos el que dicen es el evento de arte público más grande del mundo, el Cow Parade Lima 2009 o desfile de vacas, que ya ha recorrido más de 50 ciudades.

Serán más de cien reses las que estén regadas por parques, calles, avenidas y jardines exhibiendo el arte y la creatividad de personalidades y artistas nacionales. Lo bueno es que luego esas piezas de fibra de vidrio y a escala natural se subastarán para recaudar fondos para instituciones benéficas.

Diseñarán, pintarán y decorarán su vaquita, entre otros, el alcalde de Lima, Gianmarco, Dina Páucar, Christian Meier, Beto Ortiz, Eduardo Tokeshi, Chistian Bendayán, Marcelo Wong, además de, dicen, estudiantes de arte y aficionados.

La vaquita de arriba es de mi amigo Alex Castillo, artista y estudiante de Bellas Artes, y no fue seleccionada. Claro, como él no es rico ni famoso…

En fin, esperemos que los elegidos hagan cosas interesantes y apreciables y llenen de color y arte esta lima exprimida. Muuuuuu…

(¿Algún día podrán pintar el cielo de mi ciudad?)


jueves, 20 de agosto de 2009

Señora A:

Esta noche pienso en usted nuevamente y nuevamente me vuelvo a enamorar. De la vida, de las palabras, de los sueños. Y un poco de usted. Quiero decirle que la extraño tanto como al sol en mi ciudad en agosto. Y es que hace mucho que no me regala un momento eternamente virtual. Virtual pero sublime, como el chocolate. Y me imagino su sonrisa ahora mismo y quiero cantarle Bésame, bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez...

porque yo tampoco hundiré
mis lágrimas
en la madrugada
ni tu miedo que cae ante mi soledad

E.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Compañeras de piso

Estudiar fuera del país debe ser una experiencia inolvidable para cualquiera. Da lo mismo el tiempo y la ciudad, la universidad y el programa de estudios. Lo que no da igual es el hecho de tener que compartir el apartamento con un o unos compañeros de piso.

Si ahorras por largos años o eres bendecido por la gracia de una beca o a tu papá le sobra la plata, podrás vivir solo en alguna ciudad europea. De lo contrario, tendrás que compartir el lugar en el que vives como casi todos los hijos del señor. Sí o sí. Te guste o no. Y de tu presupuesto dependerá el tamaño de tu habitación, su ubicación y la cantidad de compañeros o compañeras que tendrás; pero saber previamente quién es o quiénes son, es otro asunto.
El azar, como muchas cosas en la vida, juega en esto un papel importante. Algo así como jugar a la ruleta: si te toca el número apostado, ganas, sino, te jodes. Mi primera experiencia habitacional como estudiante extranjero fue el resultado de la segunda opción. O sea jodida.
Era mexicano. Venía incluido en el alquiler de una pieza en la Villa Universitaria, así, sin previa presentación, a ciegas, la tomas o adiós. Yo la tomé y fue tarde cuando comprendí que debí decir adiós. De más de cien millones de mexicanos, me tocó convivir con el más tarado durante tres meses. El contrato tenía que cumplirse. Hubiera preferido mil veces la compañía de una mexicana, lindas todas, como siempre siempre, pero aún era un inocente recién bajadito nomás.
En mi segunda experiencia me tuve a mí mismo como compañero por varios meses. Yo con mi yo sin mí conmigo sin ti y la pestaña sin ojo (Arjona dixit). Y me soporté.
Pero la tercera es la vencida, dicen. O la bendita. El numerito bonito me sonrió de oreja a oreja desde la ruleta. Sí señor.
El piso quedaba en una cuarta planta y tenía tres habitaciones, dos de ellas ocupadas por dos chicas rubias. La sala, el comedor y todo lo demás le pertenecían al gato-chancho, o sea al minino de la casa, capado y gordo, enorme él, pero feliz, como yo, en la fase más encantadora de mi vida de estudiante no-comunitario y con una dulce compañía (no me desamparen ni de noche ni de día).

domingo, 16 de agosto de 2009

Evo M

Por Augusto Álvarez Rodrich, La República

¿Cómo responderle a un pobre lenguaraz?
Evo Morales sigue con su sarta de ataques contra el Perú, planteando otra vez el problema de qué hacer frente a un lenguaraz empedernido que –ahí está el detalle– preside un país vecino dentro de una complicación creciente de la geopolítica regional.
Hace tres meses nos planteamos la misma pregunta en esta columna, luego de que el presidente Morales ‘amenazara’ con romper la relación diplomática con el Perú, y concluimos que lo mejor era actuar con prudencia e indiferencia frente a alguien cuya lengua es más rápida que su cerebro.
Aunque desde entonces Morales ha intensificado los ataques, hoy seguimos pensando igual. Hace tres meses le molestaban el asilo a los ex ministros bolivianos y la demanda limítrofe contra Chile, y ahora ha ampliado el repertorio.
Primero, con la afirmación de que la derecha boliviana ha contratado mercenarios peruanos para cometer atentados y desestabilizarlo, deslizando un auspicio del gobierno peruano. Segundo, con la idiotez de que una candidata peruana en un concurso internacional de belleza no puede usar el traje típico de la diablada, amenazando, incluso, con el ridículo de poner esta ‘disputa’ en la corte internacional de La Haya.
¿Por qué la obsesión de Morales con el Perú? Una posibilidad es que sus ataques tengan una motivación estratégica; por ejemplo, actuar por encargo de su patrón Hugo Chávez, o creer que enemistándose con García será recompensado por Chile.
Otra explicación podría ser su necesidad de afirmarse en el frente interno de cara a la elección que viene, para lo cual busca un enemigo externo como el Perú. Y otra es que estemos frente a un lenguaraz empedernido, uno de esos loquitos que ‘escuchan voces’ y no pueden vivir sin insultar. Mirko Lauer recordó ayer en su columna que el Perú no es el único objetivo en la mira de la metralleta verbal del presidente Morales.
¿Qué hacer? Cuando este boca floja disparó hace poco contra Chile y Argentina, sus gobiernos protestaron y Morales ofreció disculpas. Pero ‘cuadrarlo’ no va a servir en el caso peruano; al contrario, eso busca con desesperación.
¿Quién no se ha topado alguna vez con esos loquitos atolondrados que buscan hacerse de un espacio en la vida a costa de insultarnos sin sentido, atacando desde las ideas hasta los kilos que uno carga? Hay enemigos que es mejor evitar porque nos pueden desprestigiar. Frente a esa pobre gente que vive con la mierda revuelta, es mejor no hacerles caso y dejar que se sigan revolviendo en ella.
Así, el Perú debe seguir respondiendo las impertinencias inagotables de Evo Morales con indiferencia, que es lo que hacen, con acierto y paciencia, el presidente García y el canciller José Antonio García Belaunde.

miércoles, 12 de agosto de 2009

El Comercio mata a Sábato

Así. Así como Sábato se toca la cabeza en la foto, así me la toqué yo cuando leí en El Comercio, el decano de la prensa peruana, la nota titulada "Historias íntimas de un gran maestro", acerca del documental "Ernesto Sábato, mi padre", del director Mario Sábato. El primer párrafo de la página cinco de Luces dice así:

Aunque ha escrito toda su vida, para Mario Sábato la literatura no es lo suyo. “La sombra de mi padre es gigantesca”, comenta no sin razón el hijo del desaparecido escritor Ernesto Sábato por teléfono. Con más de 35 años de carrera, el cineasta argentino de 64 años compite en el Festival de Lima con “Ernesto Sábato, mi padre”, un sincero documental que rescata el lado más íntimo y familiar del autor de “Sobre héroes y tumbas” y “Abbadón, el exterminador”.

O sea lo han matado. O sea para el periodista dueño de la nota y El Comercio, Ernesto Sábato, el inmortal Sábato, ya desapareció. O sea ya se murió.

¡Ayayay!... Aquí la nota. En fin... Para enojarse un ratito y luego matarse de risa.

domingo, 9 de agosto de 2009

Radiocidio en Venezuela

Una treintena de radios clausuradas, un ataque al único canal de televisión independiente y una posible ley de delitos mediáticos: Hugo Chávez acribilla la libertad de expresión.

Fuente: Por el canal de la dictadura (El Comercio)

miércoles, 5 de agosto de 2009

Pregunta:

¿Por qué las mujeres son tan raras?

sábado, 1 de agosto de 2009

Morir como gato

Ver morir a un gato de manera violenta debe ser una de las escenas más terribles e impresionantes que puede espectar una persona. Es un acto no apto para nadie. Y yo lo viví.

Recuerdo claramente la mañana en que mis ojos de niño vieron cómo un camión arrollaba a mi perro enfrente de mi casa. Se llamaba Oso y era muy simpático. Lindo. Juguetón. Pero se puso muy feo, casi al instante, cuando ese maldito camión pasó sus pesadas llantas sobre su peludo y pequeño cuerpo y lo dejó aplastado en medio de la pista.

Pero morir como perro no es lo mismo que morir como gato.

Hace unos días conducía por una calle de Pueblo Libre hacia una transversal. Al detenerme para fijarme que la vía esté vacía para entrar, vi pasar un auto blanco a mediana velocidad con varios pasajeros dentro. Y pude ver también, del otro lado de la calle, a un gato pardo que corría en dirección a la calzada y meterse, con especial naturalidad, debajo de las llantas delanteras del coche. Fue arrastrado unos metros y luego salió disparado por detrás como un viejo muñeco de peluche, pero aún con vida. Todo en unos pocos segundos. El conductor siguió su camino.

Fue un vil espectáculo. Mientras miraba sin saber qué hacer, si avanzar o retroceder, si respirar o gritar, el gato, con el hocico deforme, las patas extendidas y dueño de unos ahogados alaridos de dolor, dio saltos en la pista como si rebotara, como si quisiera volar. Brincó y brincó enloquecidamente, mostrando colmillos y garras, con los ojos salidos, con sus maúllos desesperados. Y en cada salto se fue apagando, lento, como si aceptara, de a pocos y a arañazos, el abrazo de la muerte.

Los perros y los gatos y cualquier animal sufren lo mismo si son embestidos por un coche. Y mueren igual también. Pero ahora me atrevo a pensar que, en momentos fatales, tal vez los gatos se aferren más a la vida. Porque tal vez tengan más conciencia de ella. Tal vez. Y tal vez este sea el camino para entender el mito de sus siete vidas.

Nunca he tenido un gato, aunque he conocido a varios que son grandes compañeros de grandes amigos. Por eso los estimo y les tengo respeto y cariño. Porque el gato nació completamente terminado, camina solo y sabe lo que quiere (...) quiere ser sólo gato y todo gato es gato desde bigote a cola, cantó Neruda en su Oda al gato. Por eso, seguramente, como dice Bryce Echenique, algunos solitarios quieren a su animal como si este fuera un ser humano… Pero también porque no lo es...