miércoles, 19 de agosto de 2009

Compañeras de piso

Estudiar fuera del país debe ser una experiencia inolvidable para cualquiera. Da lo mismo el tiempo y la ciudad, la universidad y el programa de estudios. Lo que no da igual es el hecho de tener que compartir el apartamento con un o unos compañeros de piso.

Si ahorras por largos años o eres bendecido por la gracia de una beca o a tu papá le sobra la plata, podrás vivir solo en alguna ciudad europea. De lo contrario, tendrás que compartir el lugar en el que vives como casi todos los hijos del señor. Sí o sí. Te guste o no. Y de tu presupuesto dependerá el tamaño de tu habitación, su ubicación y la cantidad de compañeros o compañeras que tendrás; pero saber previamente quién es o quiénes son, es otro asunto.
El azar, como muchas cosas en la vida, juega en esto un papel importante. Algo así como jugar a la ruleta: si te toca el número apostado, ganas, sino, te jodes. Mi primera experiencia habitacional como estudiante extranjero fue el resultado de la segunda opción. O sea jodida.
Era mexicano. Venía incluido en el alquiler de una pieza en la Villa Universitaria, así, sin previa presentación, a ciegas, la tomas o adiós. Yo la tomé y fue tarde cuando comprendí que debí decir adiós. De más de cien millones de mexicanos, me tocó convivir con el más tarado durante tres meses. El contrato tenía que cumplirse. Hubiera preferido mil veces la compañía de una mexicana, lindas todas, como siempre siempre, pero aún era un inocente recién bajadito nomás.
En mi segunda experiencia me tuve a mí mismo como compañero por varios meses. Yo con mi yo sin mí conmigo sin ti y la pestaña sin ojo (Arjona dixit). Y me soporté.
Pero la tercera es la vencida, dicen. O la bendita. El numerito bonito me sonrió de oreja a oreja desde la ruleta. Sí señor.
El piso quedaba en una cuarta planta y tenía tres habitaciones, dos de ellas ocupadas por dos chicas rubias. La sala, el comedor y todo lo demás le pertenecían al gato-chancho, o sea al minino de la casa, capado y gordo, enorme él, pero feliz, como yo, en la fase más encantadora de mi vida de estudiante no-comunitario y con una dulce compañía (no me desamparen ni de noche ni de día).

4 comentarios:

Enrique L. dijo...

Continuará.

la chica del siglo pasado dijo...

¡Nabuccoooo!
:D

Anónimo dijo...

...sì pues debe continuar porque asi como està...mmm...me decepcionas.

Anónimo dijo...

...¡no vale!, ¡por favor el capìtulo siguiente! ;O)