El 26 de abril de 2008 se cumplirá un año del fallecimiento de José Watanabe, el guardián del hielo. Lo conocí junto a Erika y Humberto unas semanas antes de su muerte, cuando fuimos a su casa en San Miguel para hacerle una entrevista en video acerca de Luis Jaime Cisneros. Recuerdo que lo primero que me dijo fue: "llegan una hora tarde", lo cual era y no era verdad. Era porque para él la cita había sido pactada para las 2 p.m. Y no lo era porque se había equivocado. Luego de las disculpas del caso (porque yo dudé de que habíamos quedado a las 3 p.m.), iniciamos la entrevista. Primero elegimos el lugar: su sala, con él bañado por unos tímidos rayos solares. Seguidamente le puse el micrófono y al hacerlo sentí su débil respiración: parecía resfriado o mal de los bronquios; ignoraba que aquello que llamó alergia era la enfermedad que finalmente se lo llevó. Luego vinieron las preguntas, los recuerdos, las repeticiones, las risas y los comentarios amables. Al término hablamos de él, de su poesía, de Laredo y sus experiencias en el cine. Recuerdo que le propuse hacer un documental sobre su vida: sonrió y dijo que le encantaría. Le dije que la productora se encargaría de toda la realización. "Pero hay que hacer algunos viajes... sobre todo a Laredo", dijo. El presupuesto lo podríamos cubrir nosotros, le respondí. Sonrió y volvió a decir que le encantaría. Le dejé mi tarjeta y le dije que próximamente nos comunicaríamos para concretar lo dicho. Bajamos desde el tercer piso por una escalera caracol, con él guiándonos, mientras decía: "en esta oficina trabaja mi esposa"; "ella es mi sobrina... está ensayando el violín". Nos despedimos con un abrazo y una enorme gratitud y con la promesa de volver a encontrarnos. El documental sobre la vida del poeta no debía esperar.viernes, 11 de abril de 2008
Una nabe para Wata
El 26 de abril de 2008 se cumplirá un año del fallecimiento de José Watanabe, el guardián del hielo. Lo conocí junto a Erika y Humberto unas semanas antes de su muerte, cuando fuimos a su casa en San Miguel para hacerle una entrevista en video acerca de Luis Jaime Cisneros. Recuerdo que lo primero que me dijo fue: "llegan una hora tarde", lo cual era y no era verdad. Era porque para él la cita había sido pactada para las 2 p.m. Y no lo era porque se había equivocado. Luego de las disculpas del caso (porque yo dudé de que habíamos quedado a las 3 p.m.), iniciamos la entrevista. Primero elegimos el lugar: su sala, con él bañado por unos tímidos rayos solares. Seguidamente le puse el micrófono y al hacerlo sentí su débil respiración: parecía resfriado o mal de los bronquios; ignoraba que aquello que llamó alergia era la enfermedad que finalmente se lo llevó. Luego vinieron las preguntas, los recuerdos, las repeticiones, las risas y los comentarios amables. Al término hablamos de él, de su poesía, de Laredo y sus experiencias en el cine. Recuerdo que le propuse hacer un documental sobre su vida: sonrió y dijo que le encantaría. Le dije que la productora se encargaría de toda la realización. "Pero hay que hacer algunos viajes... sobre todo a Laredo", dijo. El presupuesto lo podríamos cubrir nosotros, le respondí. Sonrió y volvió a decir que le encantaría. Le dejé mi tarjeta y le dije que próximamente nos comunicaríamos para concretar lo dicho. Bajamos desde el tercer piso por una escalera caracol, con él guiándonos, mientras decía: "en esta oficina trabaja mi esposa"; "ella es mi sobrina... está ensayando el violín". Nos despedimos con un abrazo y una enorme gratitud y con la promesa de volver a encontrarnos. El documental sobre la vida del poeta no debía esperar.
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1 comentario:
Enriqueeeee, estoy encantada de que tengas un blog, estoy encantada de tener un lugar donde visitarte (al menos virtualmente :) todos los dias.
good job!!
Besos
Aida
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